La edición de este sábado de Españoles olvidados, en Sin
complejos, nos ha traído una estremecedora historia de un soldado en
Monte Arruit
Los investigadores
quedaron asombrados al leer la carta que portaba este soldado. El papel
amarillento, dos páginas plegadas por la mitad estaba metido en un sobre. Los
datos personales no han sido revelados por las fuentes investigadoras. En el
sobre se dice (omitimos apellidos y direcciones):
Hermano de armas, si lees esto será porque yo habré muerto. Por favor,
cumple la última voluntad de este soldado español que ha caído por la Patria y
haz llegar esta carta a María […] que vive en Málaga en la calle […]. Sus
padres se llaman Manolo y Antonia.
Y a continuación esta es la emotiva carta del soldado:
Mi dulce María, nunca pensé escribir esta carta, pero lo
preocupante de la situación me lleva a ello. Llevamos días atrincherados y
defendiendo Monte Arruit, apenas tenemos agua y comida. Los moros nos cercan y
nos hacen fuego, cada día tenemos nuevas bajas, ya sea por causa enemiga o por
efecto del calor, y no tenemos medicamentos ni medios de asistencia sanitaria.
Según dicen, el General Berenguer le ha prometido a Navarro
que mandarán refuerzos desde Melilla, pero la ayuda nunca parece llegar. Hay
descontento y pesar entre los hombres aquí. Hay rumores fiables de que se
negociará la rendición de la plaza, pero no sabemos mucho más al respecto. No
sé qué pasará, hemos pasado muchas penurias en esta maldita guerra, pero como
la de Monte Arruit no la he vivido. Ya se sabe como actúan los moros y tengo
mucho miedo por lo que pueda pasar, estamos prácticamente a su merced y no creo
que podamos resistir mucho más el hostigamiento al que nos someten.
En el campamento tratamos de animarnos los unos a los otros;
por su parte, día tras día, los oficiales nos recuerdan lo que implica ser un
soldado español con arengas patrióticas, pero lo que más nos reconforta, dentro
de lo que se puede, es la camaradería que hacemos todos en estos difíciles
momentos.
La verdad que no sé por qué te estoy contando esto, supongo
que por egoísmo al desahogarme con este papel. No quiero robarte más líneas, ya
que esta carta es para ti: la dulce niña de mis ojos, mi morena, mi malagueña,
mi razón de vivir, mi anhelo, la estrella que me guía en las noches, la única
persona por la cual suspiro día tras día y me reconforta pensar que pronto te
veré, que pronto te abrazaré, que pronto te besaré y que pronto me casaré
contigo. Dios sabe lo mucho que te quiero.
Aún me acuerdo de la primera vez que te vi, con aquel
vestido azul, tu pelo negro azabache recogido en un coco, esos ojos verde
esmeralda que son capaces de cegar más que este sol africano y convertir a
cualquier hombre en estatua de sal con sólo regalarle una mirada tuya. Me
acuerdo de la canasta de mimbre llena de pescado que llevabas pues venías del
mercado y como yo, apoyado en la pared de la calle de mi casa, quedé absorto
ante tu belleza. Te eché un piropo cuando pasaste por delante mía, no pensé que
me hicieras caso, ya que tal hermosura tiene que estar acostumbrada a que te
los digan, pero giraste tu preciosa cara, me miraste y me sonreíste. Bendito
piropo aquel. Te pedí acompañarte a casa para hablarte por el camino y me lo
permitiste.
Desde entonces fuimos inseparables, me costó que tu padre me
aceptara, pero ya sabes que la insistencia siempre ha sido mi virtud. Aún me
tiemblan las piernas cuando me acuerdo de aquel primer beso que te robé en la
puerta de la casa de tu tía, se nos paró el mundo alrededor en ese instante. En
fin, hay tantas cosas que podría contar...
Seguro que mientras lees esto estás esbozando una sonrisa.
En estas líneas que llevo hablando de ti se me ha olvidado momentáneamente todo
lo que estoy pasando aquí. Siempre serás mi mejor medicina y el remedio de
todos mis males. Ya sabes que al comienzo de esta carta te dije que nunca pensé
escribirla. Es de despedida, mi amor. Si recibes esta carta será porque yo ya
no estaré.
No quiero ser egoísta y por ello te pido que no me guardes
luto, que no te apenes por mí, que rehagas tu vida lo más pronto posible y que
no me eches en falta pues yo siempre estaré contigo en cada momento de tu vida.
Que seas muy feliz y que hagas realidad todos tus sueños, ya que los míos se
cumplieron cuando me dejaste amarte. Quiero que sepas que mis últimos
pensamientos son para ti y que siempre te querré y cuidaré allá donde esté.
Monte Arruit a 8 de agosto de 1921.
1 comentario:
Que carta mas hermosa y que rosa preciosa! Gracias!
Publicar un comentario